lunes, 6 de septiembre de 2010

BAJO LA NEVERA VIEJA


La idea de las cosas muertas es de mi mamá. Ella siempre habla de que cuando las cosas no sirven, están muertas y van a la basura o al fondo del patio. Desde hace años pienso en el fondo del patio como el camposanto de las cosas viejas, dañadas u obsoletas. Las cosas pequeñas o que no pueden venderse al chatarrero, van directo a la caneca y se la lleva la basura los miércoles, los viernes y los lunes. En casa hay un camposanto de cosas viejas, antiquísimo, más viejo que yo, no sé qué tanto, donde van a parar todas las cosas muertas. Es  mi mamá quien decide qué se considera una cosa muerta y qué tiene arreglo. Las cosas muertas van para el final del patio, contra la pared de ladrillos que algún día fueron de ese color y ahora son verdes y marrones.
Mamá es muy organizada. Ella lleva el inventario de quiénes han sido responsables de la muerte de las cosas y además es muy justa, porque se pone estrictamente al inicio de la lista:
Mamá, una nevera de dos puertas, una estufa comida, dos ollas desculadas, un caldero requemado, un pilón en desuso, un peinador apolillado y un armario con comején;
Papá, un taxi que ya no consigue partes, un escaparate oxidado, un baúl de herramientas dañadas;
Mi hermano, una Yamaha 80 que ya no tiene más arreglo, una bicicleta machacada con un bate de aluminio y un bate de aluminio machacado;
Yo… antes decía “juguetes desarmados” pero ya no están allí, mi mamá los guarda en un arcón en el que guardaba telas y vestidos de ocasión.
Conozco bien cada rincón en el camposanto de las cosas muertas. Es aquí donde juego todo el tiempo. Desde que mi hermano dejó de jugar conmigo, creció y creció, se fue para el ejército y no volvió, ya no juego en ningún otro lugar, sino aquí, en el camposanto de las cosas muertas.
A veces juego con mi vecino, bueno yo digo que es mi vecino porque me parece que es él, no estoy seguro y no me atrevo a preguntarle para no molestarlo. De lo único que me acuerdo de mi vecino es de cuando él se metía al patio a hablar con mi papá… dizque se aburría porque vivía solo… eso era antes de poner la pared de ladrillos, y lo último que recuerdo de él, es cuando estaba ayudándole a mi mamá a lavar la ropa y mi papá llegó y como que no le gustó y pelearon y mi mamá le pegó con el pilón en la cabeza. A nosotros nos hicieron entrar, mi hermanito, que era más pequeñito que yo en esa época, no se acuerda de nada, pero yo sí me acuerdo que mi papá nos amenazaba con una palera si nos asomábamos. Entonces escuché la pala haciendo un hueco en el patio y luego los vi sacar la nevera de dos puertas que teníamos y ponerla en el cementerio de las cosas muertas y desde entonces, Polanco, el policía, visita a mi papá los miércoles y los viernes, después del camión de la basura, para que mi papá le dé una plata.
Mi mamá nos prohibió ir a jugar en esa parte del patio, pero yo siempre fui desobediente y me metía en la nevera a jugar, me encerraba y jugaba a viaje al fondo del mar con mi hermanito pero casi siempre solo, hasta un día al medio día, después del almuerzo, que me quedé dormido dentro de la nevera y me despertó mi mamá llorando y me llevaron a urgencias y después, no me acuerdo. Solo me acuerdo de ver crecer a mi hermanito, de ver a mi mamá parada frente al arcón, sin abrirlo, de ver a mi papá sentado sin hablar donde se sentaba hablar con el vecino y claro, de mi vecino, aunque no estoy seguro que es él… pero sí, sí el él y tal vez algún día, que estemos jugando entre las cosas muertas, le voy a preguntar, si él no me dice primero.

William Hurtado Gómez, agosto de 2010

5 comentarios:

  1. un texto maravilloso.william posee una vision madura y sensata de la realidad.siento que sus escritos son un oasis donde a pesar de que se manifiestan problemas fundamentales de la condicion humana,no dejan de proponer un equilibrio, una esperanza ,un "LEVANTATE"
    Existen mil formas de escribir la vida ,la de Hurtado me parece una de las necesarias en un mundo que habla cada dia mas de aquello de lo que se debe callar.
    muy bien.

    ResponderEliminar
  2. Me gusta este texto. El relato fuye muy bien.

    ResponderEliminar
  3. Estoy totalmente de acuerdo,muy buen texto

    ResponderEliminar
  4. Ufff excelente! pude escuchar la voz del niño narrando... la inocencia... muy bien william!

    ResponderEliminar
  5. Me quedé ahí, delante de la pared verde, y esperando al hombre de la basura, al vecino, que tal vez no sea él, oyendo al padre...y pensando qué pondría yo en esa lista, de poder romper algo.
    Muy intenso Willian ese relato, con la suavidad mordaz de la inocencia. ( ) necesito un ratito para digerir ese plato. Saludos!!.

    ResponderEliminar

Comenta esta entrada con críticas constructivas. Y recuerda: escoge bien el sabor de tus palabras, por si alguna vez te toca tragártelas.