Desde cuando el blogg habita en el ciber espacio he leído y releído los textos, los comentarios y los "comentarios" con un entusiasmo renovado. ¡Qué gran cosa la acogida que ha tenido!¡Qué saludable diálogo por su energía! Esa aceptación da la medida de la necesidad (¡y no lo sabíamos!) de que el Programa de Lingüística y Literatura de Unicartagena dispusiera de un medio para que aquellos (pocos, además) estudiantes contaminados por los virus de la escritura y la lectura, liberaran sus ángeles y demonios de manera creativa, y ejercieran respetuosamente la crítica primera. Así, el blogg ha colmado lo que hace apenas un mes era un especie de expectativa invisible, al cristalizar la ejecución de estos ejercicios. Pero lo bueno casi siempre nunca viene solo. Porque al lado de lo bueno también puede estar lo malo, es que este aporte se titula "Sobre comentarios y "comentarios". El comentario enriquece: a quien lo hace, porque le afina su sentido crítico; como ejercicio de escritura es tan valioso como la creación literaria. A quien lo recibe porque le da luces, le abre nuevas posibilidades, o lo que puede ser mejor, le crea nuevos problemas y por lo tanto, novedosos retos. El buen comentario es como el primer trago de whisky: estimulante. Pero el "comentario" ( entre comillas, para quienes no lo habían notado)empobrece. No porque sea irreverente o discrepante, sino por sucio, por bajero, como una patada en las pelotas o en el monte de venus. El "comentario" (como el anónimo),habla más de quien lo dice que de quien lo recibe, sus palabras son como las huellas digitales que identifican a las almas torcidas. Cada insulto, cada grosería, cada injuria del "comentario" es la marca de un alma más carcomida por la envidia que un queso gruyere.
El "comentarista" nisiquiera merece la atención de la rabia, sino la apatía de la lá indiferencia. El "comentario" jamás es sano y por éso nunca tendrá cabida en "COLOQUIO".
Raymundo Gomezcásseres