lunes, 4 de abril de 2011

De Meka Montes.

Lanzarme al vacío
Se convierte en una perfecta tentación.
Encuentro atractivo el tono verde de la hierba,
Siento que me llama
Me espera
Me necesita;
No aguanta más
No resiste las ganas de volverme suya…
Creo
Que debo alejarme de la orilla.

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Ya casi no visito a aquella amiga que vive en el espejo,
 Hace ya mucho tiempo desde la última vez que la vi llorar
Que hasta he olvidado el color de sus lágrimas,
Nos hemos limitado a la silenciosa visita mañanera en la que
Sólo por unos instantes
Compartimos mi aliento podrido.
Ya no me dice que ropa me queda mejor,
 Escasas veces lanza opiniones con respecto a mi pelo.
Ha dicho que me extraña, Ha amenazado con desaparecer.
Yo le respondo
Que entonces me haré amiga de la negra sin rostro,
Aquella que se deja ver, únicamente,
Cuando mi cuerpo se cruza entre ella y la luz.

De Xururuca

Descansas en mi lecho.
Insistes en él como buscando
las noches y las caricias
que no te fueron regaladas.
Me nombras,
sientes cada palabra
como gota que acrecienta
nuestra tormenta.
Te pierdes,
te pierdes como uno más
de los animales que sin rumbo
caminan hacia este mar
intentando buscar
una inocencia perdida.



ENUMERACIÓN PROLONGADA

La desvergonzada soledad
se cuela entre mis sabanas.
Mantiene un olor conocido,

un olor que se vuelca con los dolores que me acompañan,
que se confunde con los buenos días que regalo al aire,
con el baño que tomo a diario,
con las manos que me recorren,
con los amigos que prometieron quedarse,
con la fingida luz que aún reposa entre mis libros,
con el llamado que irrumpe en medio del sueño,
con los pasos que faltan por concluir,
con las tantas palabras que han quedado suspendidas en mi aliento,
con las ganas de mantener a puertas cerradas lo que crece en mí.
Es así como el olor de la soledad se confunde entre una vida asfixiada,
una casa llena y una habitación amplia y vacía.